lunes, 12 de agosto de 2013

BORRACHO.perderse para encontrarte.Un after Musical



Hay que emborracharse, de lo que sea
Si quieren ver una obra teatral tradicional, con escenario a la italiana, una historia lineal y una clara división entre el público y los intérpretes, Borracho, no es para ustedes. En cambio, si buscan un formato innovador, una historia que en lugar de contarles, los haga partícipes, los aborde por más de un frente y les cuente varias cosas a la vez, tal como pasa en la vida, entonces sí, Borracho, es para ustedes.



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Leo Bosio (autor, director y actor) imaginó un espectáculo fuera de lo convencional y supo como ejecutarlo. Un after musical… es eso justamente, la sala se transforma en un after, donde hay mesitas y livings en los que los espectadores comparten el espacio y pueden consumir algo si les apetece. Una barra con su correspondiente barman (Leo Bosio), en la que se acoda un habitué del lugar (Pablo Martinez) una rockola que usaran las chicas de la historia y un escenario, en el que dará su show Jano.


Una tarde cualquiera, llega el bar la novia del barman (Flor Benitez), con quien no están pasando el mejor momento o al menos eso deja entrever ella, ya que tiene varios reclamos para hacer. Luego es el turno de ese chico que va cada día que puede e indefectiblemente se retira borracho, toma para no enamorarse y se enamora para no tomar, tal como dice el tema que se animará a cantar en el escenario. Por último esa chica que nunca falta (Josefina Sacaglione), que llega sola y hace lo posible por irse acompañada, que no para de brillar un minuto, pero lo único que quiere realmente es que ese hombre que la tiene tan enamorada, le preste la atención que necesita.

Sus historias se van cruzando, se entrelazan, juegan, se relacionan, van y vienen recorriendo todo el espacio, incluyendo al público, apelando, metiéndose con ellos, haciéndolos cómplices y testigos de todo lo que les va pasando.

Los chicos hacen gala de sus cualidades artísticas y las despliegan con desparpajo, cantando, bailando y viviendo la vida de estos cuatro jóvenes. Todos realizan muy buenas interpretaciones y se mueven por el lugar con total naturalidad, sin verse intimidados por estar permanentemente en medio del público, juegan y desafían la inexistencia de la cuarta pared, el borramiento de los límites.

Jano hace un mini musical acorde al contexto, realizando una muy buena interpretación y luego se suma a la barra.

Las coreografías están a cargo de Seku Faillace, quien logra demostrar a través de los movimientos, el estado de desmesura y deshinibición de los protagonistas, haciendo que se muevan con naturalidad por el espacio, sin dejar de prestarle atención a los estados de ánimo que van atravesando.

La iluminación cumple un rol fundamental, ya que sirve de guía para focalizar la acción en los diferentes tramos de la historia.

Un espectáculo original, que no pretende contar una gran historia sino mostrar lo que puede pasar una tarde cualquiera cuando un grupo de personas se reúne fortuitamente para ahogar penas, para abandonarse y así poder encontrarse con los otros y consigo mismos; muestra que pasa desde que llegan hasta que cierra el lugar. Un after al que vale la pena asistir, tomar algo y vivir la experiencia.

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